Reseña de Isidoro Gilbert

junio 25, 2017 Posted by Miguel
Años turbulentos y la pura verdad de la ficción

Narrativa:
Bonasso novela a Graiver: en 1976 un banquero de Montoneros, en el fuego cruzado entre la CIA, el Mossad, el KGB y la Cuba de los hermanos Castro

Por Isidoro Gilbert para Revista Ñ-Clarín

Miguel Bonasso escribe en su último libro El hombre que sabía morir  (Sudamericana) sobre tres días de entrevistas en Varadero, Cuba, con Nadie, una presa largamente rastreada porque se trató de aquel banquero argentino de los años 70, constructor de un imperio y banquero de los Montoneros que oficialmente murió en un accidente aéreo en Cancún el 7 de agosto de 1976.

Lo “hablado” esos días en las playas caribeñas se desgranan en el libro donde el relato o sus personajes, los reales, los imaginados son una ficción bellamente relatada. Según la novela, el Graiver histórico se transmuta en Ary Goldberg que en lugar de volar de Nueva York a Cancún, como había anunciado a su esposa ese día fatal, baja en Monterrey donde los esperaba un grupo operativo del KGB, personificado en un comunista mexicano y policía, con personas de la seguridad cubana bajo la dirección de Jose Ber Gelbard, comunista y muy amigo del banquero en el libro y hombre alineado con Fidel Castro.

Goldberg esta en los ´70 amenazado por las FF.AA. y virtualmente en bancarrota y encuentra por medio de Gelbard protección cubana por serles útil para zafar el bloqueo del país por medio de empresas mixtas en Panamá, auxiliados por el general Omar Torrijos. Su importancia y fama sale de las fronteras. Tanto un sofisticado y satánico grupo narcotraficante como los servicios secretos americanos que tratan de provocar una invasión a la isla se interesan por Goldberg. Los narcos que adoran a las divinidades haitianas o cubanas tienen la guarida del babalawo a 40 kilómetros de Cancún para operar bien. Piensan que con oraciones y ceremonias recibirán protección de las balas, desfilan dioses-santos de la Regla, del Osha: Yemayá y Ochún, páginas  con descripción erudita.

Secuestran en Cancún en 1989 a la hija del ex banquero, Soledad, buscando sacarlo de la madriguera y utilizarlo a sus fines de abordar la isla como depósito de narcóticos para luego despacharlos a los EE.UU. Esta trama lleva a a contactos isleños que pasando de imaginación a historia, Bonasso corporiza en el general Arnaldo Ochoa, héroe en Angola y los jimaguas Patricio y Armando de la Guardia en los altos cargos en el Ministerio del Interior. Con datos más cerca de la documentación que de la ficción Bonasso analiza la investigación, proceso y fusilamientos de cuatro de los implicados con una definición por la postura de Fidel, el fusilamiento. García Márquez no consiguió conmutar la pena a un mellizo amigo.

Salvada su hija, Goldberg regresará al anonimato. Debe salir a Cuba desde México sin ser advertido. Deja visible en la costa su pasaporte uruguayo par que funja muerto una vez más. Regresara despistando, luego de arrojarse con traje apropiado y tubos de oxígeno al Caribe por un sendero de pasadizos “en un escándalo de burbujas que pronto se normalizar y el permite apreciar la cazuela cósmica en la que se ha sumergido…lo sorprende, como si fuera la primera vez, la variedad de loa paisajes. Las catedrales góticas que construyen estalactitas y estalagmitas”, relata. “El ágora subacuática concluye en dos túneles naturales. En los dos ponen ´la línea de la vida”

Bonasso sostiene en entrevistas que la operación norteamericana Greyhound no es imaginación sino que debía ser la culminación del operativo de instalar droga a granel en la isla, o detener a uno de los implicados negociando en alta mar con narcos yanquis para la Armada lo detuviera y hubiera pretextos de invasión. Va de suyo que la participación de Goldberg es imaginación y eso es válido para gran parte del escrito bajo el lema que el personaje central “transmite” al periodista: “Que lo verdadero parezca falso y los falso parezca verdadero”.

Gelbard moriría en 1977 en Washington después de haber comenzado la instalación de un red comercial y de inteligencia, política y comercial para Cuba. Es otro tema básicamente real en que se nutre el relato novelesco. Del Hombre que se sabía morir, el autor lo dejó en un limbo final.


Revista Ñ 717 sábado 24 de junio de 2017